i. Esparcir las responsabilidades de la proyección a lo largo de toda la compañía.
ii. Conformar dentro de la organización un comité de empleados que además de realizar sus labores convencionales, deberán dedicarle tiempo a realizar esta labor.
iii. Buscar la forma más sencilla de proyectar el negocio a través de Internet. Subcontratar una grupo externo de persona con algún conocimiento básico en creación de páginas web, que realice rápidamente una página para la organización, garantizando un paso rápido y económico a internet.
iv. Asignarle la labor técnica de la realización del sitio al proveedor que más menosprecie el negocio tradicional de la organización ignorando cualquier consejo que ellos brinden sobre cómo debería verse y operar.
v. Garantizar que lo que se hace en la web es exactamente igual a lo que se hace en el negocio convencional.
vi. Insistir que el negocio en Internet cumpla con todas las políticas y estándares del negocio físico. Asignarle los recursos únicamente necesarios para mantenerlo vivo ya que es una iniciativa riesgosa y costosa.
vii. Seguir premiando a las unidades de negocio existentes dentro de la organización por su desempeño personal y no por su cooperación dentro del ciberespacio.
viii. Comparar el rendimiento de la organización con respecto a sus competidores tradicionales y descartar de esta comparación a los competidores virtuales.
ix. Celebrar la intención de la organización por migrar su modelo de negocio a internet brindándole a los demás empleados de la organización herramientas que no saben utilizar, argumentando que les servirán para hacer mejor su trabajo. Después de darse cuenta que las nuevas herramientas hacen que los empleados tarden más en realizar su trabajo, castigarlos por su resistencia al cambio.
x. Seguir creyendo que la organización (y no el cliente) es el único que conduce el negocio.
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